8.15.2007

Mariposas Negras

¡Se me están muriendo mis mariposas negras!
Se me están cayendo a pedazos
como si fueran recuerdos del tiempo
viejos, abandonados.
Me encuentran en los caminos como fantasmas
con sus cuerpos vacíos, infinitos.

¡Ay mis mariposas negras!
Negras como la noche.
Invisibles al día, al todopoderoso.
Viejas románticas nocturnas.
Se me están muriendo en mis manos
frente a mí, sin retorno.

Yo quisiera retenerlas
salvarlas, despertarlas, darles vida.
Quisiera verlas extender sus sacros mantos.
Quisiera verlas volar de nuevo.
Aladas, taciturnas.
Yo quisiera que no se fueran,
que no se me fueran nunca.

Pobres de alas de terciopelo.
Pobres estáticas sin vida.
¿Cómo dejan un cuerpo tan hermoso
tan febril, tan entero, tan sin vida?

Junto con ellas se llevan parte de mí.
En aquellos grandes ojos se refleja mi camino:
largo, infinito dentro de unos ojos muertos,
grandes, hermosos pero muertos.

Yo los miro de lejos, pensativo.
Me aterra el pensar
que se me van cayendo en frente como mis sueños
como mis pasados, como mis futuros.
Sólo aparecen muertas, sin vida,
Como tristes hojas caídas del camino.

¡Ay mis mariposas negras!
¡Ay, cómo me duelen!
¡Cómo me duelen mis mariposas muertas!
Quisiera irme lejos, también, junto con ellas.

Sábado 1 de octubre de 2005

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