12.09.2007

Lenguaje Maldito


Y el hombre, en su orgullo, creo a dios a su imagen y semejanza.
Friedrich Nietzsche


I



Desafortunadamente Dios existe. No hablo de una existencia puramente filosófica sino divina. En un principio, cuando era un joven escéptico, creía que sólo existía en la mente de todos aquellos que le daban vida y que nunca lo veríamos realmente muerto, enterrado bajo “la era cristiana” en los libros de historia. La gente necesita religiones para soportar la realidad de sus vidas. La gente teme todo el tiempo. La falta de conocimientos es el miedo más grande de nuestras mentes y la razón de tantos Dioses. No es fácil aceptar nuestro destino como finito y efímero. Siempre he pensado que la existencia de Dios ha causado más males a la humanidad que todo el bien que prodiga. Desafortunadamente nunca morirá porque es real. Yo lo he visto.

         Después de quince años en el Instituto de Investigación de Mecánica Cuántica del Massachusetts Institute of Technology en los Estados Unidos, inesperadamente abandoné la física. Toda mi vida la había dedicado al descubrimiento de las leyes del universo y había sido parte de importantes investigaciones, pero había un presentimiento, cada vez mayor, de haber errado el camino en algún momento. ¿Qué es más importante para el científico que la ciencia? Pero la ciencia no me dio explicaciones de la muerte de mi esposa e hijo en un trágico accidente automovilístico. Las probabilidades de ocurrencia de ese accidente los registraba la estadística como improbables, pero a los dos los enterré en un invierno frío. Viaje, conocí diferentes culturas. Me alejé de la ciencia. Estuve en busca de algo que desconocía, pero que estaba seguro de identificar en cuento lo tuviera presente. Después de algunos años llegué a Roma y supe que había encontrado parcialmente: la espiritualidad. Inicié un grado en teología de la vida cristiana comparada en la Università Gregoriana. Mi propósito no era ser religioso sino encontrar respuestas en la religión. Me adentré en la fe y mi espíritu creció en paz y armonía, pero mi búsqueda siguió. Continué viajando. Me atrajo el ambiente progresista y cultural de París. Cuando me gradué en sociología y dictaduras en la Université Sorbonne entendí que la mano de Dios no existe para muchos. En ese momento pensaba que no había que ser científico social para darse cuenta que el Dios divino no existía. Que para ser ateo no había que ser diabólico, ni científico, sino valiente. La gente es creyente porque no es lo suficientemente capaz de vivir con sus propios temores. Es necesario que los guarde en un rincón colectivo y en un hueco personal que les da su mismicidad en la religión.


II


No dejé Europa y en esos tiempos era un cansado activista social. Un día de camino al trabajo recordé un viejo experimento que nunca había terminado por carecer de los conocimientos suficientes o por ser de comprobación imposible. Mi circunstancia había cambiado y me propuse intentarlo nuevamente. El experimento consistía en descubrir a Dios. Sin embargo, en esta ocasión la metodología a utilizar tendría como base mis conocimientos en teología comparada y física. Recordé y reformulé mis viejas hipótesis.

Primera hipótesis: Dios existe como el ente omnipotente que controla las vidas de la humanidad.

         Todos los libros sagrados de las principales religiones del mundo dan cuenta de esto. En el Baghavadgita, para los seguidores de Krishna Dios está dentro de cada hombre: “Tú llevas en ti mismo un amigo sublime que no conoces. Porque Dios reside en el interior de todo hombre, pero pocos saben encontrarle… Porque quien encuentra en sí mismo su felicidad, su gozo y en sí mismo también su luz, es uno con Dios…” Las azoras del Corán reflejan a un Dios creador e inalcanzable: “102 Éste es Dios, vuestro Señor; no hay más Dios que él. Creador de todas las cosas, adoradle, que él vela sobre todas las cosas. 103 Las miradas de los hombres no podrían alcanzarle; él alcanza todas las miradas: el Sutil, el Instruido.” Los budistas en el primer bardo del Libro tibetano de los muertos dan a entender que la “energía vital” es parte de la persona: “La luz es la energía vital. La llama sin fin de la vida… No temas. Entrégate a él. Únete. Forma parte de ti. Tú eres parte de él”. Finalmente para los cristianos, en el salmo 33 de la Biblia vemos la omnipresencia del hijo Dios: “13 Jehovah ve desde los cielos; mira a todos los hijos del hombre. 14 Desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra. 15 El que formó el corazón de todos ellos comprende todas sus obras.” En todas las religiones monoteístas aparecen los mismos mensajes de un ser supremo que controla los designios de las personas.

Segunda hipótesis: si Dios controla la vida de todos, entonces es el más grande administrador y su tecnología supera todo desarrollo científico humano.

Tercera hipótesis: Dios proveo al ser humano con albedrío con el que puede avanzar y decaer en el camino de su progreso espiritual.

         Esta hipótesis se basa en un principio que en teología se conoce como principium individuationis, que condicionada la fe de las personas a los actos que realizan. Aceptar esta libertad de acción y “pecado”, nos lleva a entender la creación de Dios como hiperdinámica, de momento a momento. Por eso Dios en su multiplicidad, puede escuchar los ruegos de los devotos y castigar a quien desobedece, entendido el castigo en su aspecto medicinal o no.

Cuarta hipótesis: Dios puede medir la fe y saber los pensamientos de cada uno de sus hijos constantemente debido a su tecnología divina. De esta forma sabe en un momento determinado -juicio final- quienes merecen ser aceptados y quienes no.

Quinta hipótesis: Dios está constantemente poniendo pruebas a sus hijos para medir la fe que cada quien le profesa.

Sexta hipótesis: Dios escucha a sus hijos a través de los rezos, mantras o meditación religiosa. La comunicación directa con lo divido únicamente se logra a través de los estados –nirvana- que logran estas prácticas.

Hipótesis central: La existencia de Dios y su creación hiperdinámica que controla a través de los pensamientos y la fe de las personas y que se puede aumentar a través de la perdida temporal de la conciencia por los rezos o mantras logrando un estado de inconciencia x, puede ser burlada a través de la alteración del proceso de comunicación a través del cual Dios conoce los pensamientos.


III


El problema mayor era como lograr una interferencia en la lectura de los pensamientos de Dios. Durante mucho tiempo estuve investigando una solución. Era finalmente un problema que la lingüística podía ayudarme a resolver. Todo se reducía a un proceso de comunicación en el que había dos receptores, Dios y sus hijos, y una vía de comunicación que era la línea divina a través de la cual Dios puede conocer los pensamientos. Esta comunicación podía ser de diversas naturalezas, pero lo que me interesaba era saber a través de qué tecnología divina, él podía en todo momento tener acceso a la mente de las personas. Era prudente suponer que en esta comunicación no había ruidos o interferencias porque la tecnología de Dios es divina. Dios puede comunicarse con sus hijos a través del lenguaje de la inconciencia, sueños, visiones o presencialmente. Supuse que sus hijos pueden comunicarse con él usando la misma línea pero a través de la meditación profunda. La lingüística postula que la comunicación se altera por el ruido o por no comprender el lenguaje. ¿Habría algún lenguaje que no entendiera Dios? Investigar un lenguaje ajeno a Dios era una empresa imposible sin apartarme de la ciencia. No podría existir: el humano no crea nada que no exista dentro de los límites del universo divino. Podría aceptar la existencia de un lenguaje ajeno a Dios sólo si la creación fuera producto de varios Dioses, pero abandoné esa línea de pensamiento.

         Si no podía tener acceso a un lenguaje que no entendiera Dios o poder interferir en él, mi problema consistía en encontrar un hueco a través del cual Dios no leyera los pensamientos de las personas usando su propio lenguaje. Si lograba encontrar un medio a través del cual Dios no pudiera leer mis pensamientos entonces podría burlar su creación hiperdinámica y comprobar su existencia. ¿En qué momento Dios no leía los pensamientos de las personas?, ¿cuándo?

         Abandoné el experimento nuevamente por siete años hasta que surgieron las primeras teorías de la comunicación en la ciencia de la informática. A finales de la primera mitad del siglo XX el húngaro John von Newmann, genio matemático, sentó las bases de los protocologos de información y el lenguaje binario de las computadoras. En un proceso de comunicación entre un servidor y un periférico la comunicación se da en paquetes de datos a través de un canal. Para enviar una orden a una terminal, el servidor manda un paquete de información de reconocimiento que el sistema de la terminal lee y regresa con la información requerida en un proceso que termina hasta que la orden es completada. Sin embargo, cuando la terminal requiere cierta información del servidor la comunicación funciona de forma similar pero inversa. El servidor analiza los datos y permite mandar o autorizar la información requerida. En ese momento vislumbré una solución al problema: mientras los hijos de Dios -las terminales- mandaran sus paquetes de información -pedimentos a través de la meditación profunda- el proceso de comunicación de Dios estaría ocupado recibiendo los pedimentos y no estaría leyendo los pensamientos de las personas. Esto, a pesar que era un adelanto teórico, no resolvió el problema. Ahora, aparentemente todo se reducía a una cuestión que la teoría de colas podría ayudar a entender: cada uno de nosotros con un procesador y un "cable" de información. Podría tener éxito si de alguna manera lograba enviar mensajes falsos a través del cable de información divino. El supuesto se caía porque en el mundo de Dios los recursos son aparentemente ilimitados y pudo haber creado su humanidad con más de un chip procesador y más de un cable de información. ¿Cómo resolver ese problema?

         Nunca abandoné totalmente la ciencia y siempre estuve en contacto con antiguos colegas. Meses después, en una carta de mi amiga Rosalind Franklin, bióloga inglesa, especialista en estructuras del ADN y virus, percibí una solución.

         El sistema inmunológico está constantemente alerta de agentes dañinos en nuestro organismo, un ejemplo de perfecta comunicación. Hay ciertos virus que pasan desapercibidos por nuestro sistema inmunológico porque transmiten señales falsas, engañan, sobreviven y se multiplican. Rosalind investigaba un tipo de virus con un comportamiento extraño. Evadía el sistema inmunológico y se multiplicaba rápidamente. La ciencia no tenía explicación para ese comportamiento. Ella no daba crédito, pero sólo había una teoría que lo explicara: el virus entraba en la célula como ARN (ácido ribonucleico, necesario para la vida de la célula) pero en un momento dado cambiada su información genética de ARN a ADN con lo que infectaba, se alimentaba de la célula y salía nuevamente como ARN. Una belleza de la naturaleza que sería caótica en la vida humana.

         Volví al experimento. Entonces no tendría que encontrar ruido o interferencia en la comunicación con Dios, tampoco buscar lenguajes que no entendiera, y no esperanzarme a la solución de la teoría de colas de comunicación. Si Dios había implantado un procesador que constantemente le indicara cuales fueran nuestros pensamientos, mientras el ser humano estuviera en meditación con Dios no se detectaría pensamiento alguno. Cómo engañar como el virus para entrar en comunicación con Dios y llevar un doble propósito. Eso requeriría una especie de doble pensamiento. Algo de lo que no estamos provistos los seres humanos. No dormí por noches y cansado de pensar llegué a la conclusión que realmente no serían dos líneas de pensamiento sino nada más fingir uno que engañara al sistema de lectura de los pensamientos de Dios. Nuevamente el experimento quedó sin avances por dos años.

         Viaje a Praga en 1938 donde conocí al campeón mundial de ajedrez, Alexander Alekhine. Desde sus comienzos había seguido sus pasos y tenía una irresistible admiración por su genio. Disfrutaba de su furioso estilo de ataque, con sus repentinos y brillantes sacrificios. Otras de las mentes más prodigiosas del siglo. Había sido una tarde lluviosa y tenía esperanzas de encontrarlo. Meses atrás me había asegurado de reservar una habitación en el mismo hotel que el ajedrecista. Tuve suerte, esa noche después del torneo inaugural lo encontré en el bar, sensiblemente alcoholizado. Alekhine era un tipo reservado y osco pero pronto encontramos puntos en común. Inmediatamente sentí placer en su conversación; el nivel de su argumento era muy superior al promedio. Sus pensamientos, como sus juegos, eran muy agudos y sorprendentes. Gané su confianza y esperé el momento para preguntarle como podía calcular esos sacrificios devastadores sin la ayuda de ningún procesamiento de datos. Sus ojos acuosos fueron nuevamente a la bebida. Calló, recorrió lentamente el bar con la mirada. Finalmente, como si le costara mucho trabajo, me confesó su secreto. Me dijo cómo a través de muchos años había desarrollado un método a través del cual había subido partidas magistrales a un nivel subconsciente de su mente donde los cálculos son automáticos e impresionantes. Me platicó que había crecido en un ambiente ajedrecístico de mucha competitividad donde ser el mejor era la única salida para ascender y ser reconocido. Constantemente se preguntaba cómo podía superar a sus compañeros donde cada uno estaba más allá del grado de excelencia y donde cada quien empleaba hasta el último minuto en ser el mejor. El problema ya no era tiempo porque todos estudiaban en sus horas libres, era cuestión de supervivencia. Además, la mayoría tenían un nivel de aprendizaje semejante, y quienes no, lo suplían con una memoria impresionante o procesos de creatividad sorprendentes. Él era de los que aprendían rápido. Un día, viendo un partido de fútbol donde el entrenador había hecho que sus jugadores practicaran con una pelota llena de agua con la idea de que el peso extra hiciera que el jugador tuviera mayor resistencia en un juego real, él se preguntó cómo podría ejercitarse con una pelota llena de agua en el ajedrez. La respuesta le llegó inesperada cuando a punto de empatar una partida que le requería toda su concentración, se preguntó si podría jugar y al mismo tiempo estar pensando en algo distinto. Si podía resolver la partida y estar pensando en algo diferente, entonces cuando estuviera frente a una operación semejante totalmente concentrado tendría mayor agilidad mental. Primero comenzó repitiendo mentalmente partidas clásicas y simples mientras jugaba. El principio fue catastrófico porque no podía ni pensar en la partida mental, ni ganar el juego, pero después de práctica fue capaz de repetir mentalmente partidas enteras y al mismo tiempo estar concentrado en un torneo. Progresivamente las partidas mentales sencillas cambiaron a partidas geniales y complicadas. Había llegado al punto que podía resolver cálculos ajedrecísticos complicados cuando su mente dejaba los ejercicios mentales y se enfocaba plenamente en un problema. Después de haber escuchado la confesión, lo veía claro. Si lo que Alekhine hacía no era un doble pensamiento, entonces no tendría nombre. Eso era lo que necesitaba, usar un doble pensamiento como el suyo: subir al nivel subconsciente un pensamiento repetitivo mientras que la mente pensaba en otro problema.


IV


Cuando analicé y comprendí toda esta información, entonces inicié el experimento. Sabía que no tenía que pensar porque si pensaba sería descubierto por Dios y sería imposible descubrirlo porque modificaría su creación de acuerdo a mis pensamientos. El asunto era el doble pensamiento. Tendría que engañarlo como el virus dándole la falsa información del pensamiento subconsciente mientras utilizaba mi pensamiento normal en el plan. Hasta este momento él sabía todos mis pensamientos y podía prevenirse por lo que inmediatamente me inicié en la práctica de rezos y mantras fervientemente. Mis amigos se apartaron y la gente me comenzó a llamar loco porque tenía que retener mis pensamientos, de cómo descubrir a Dios, en el momento en que comenzaban a surgir. ¿Ha intentado alguna vez detener un pensamiento? Los pensamientos llegan sin aviso y la velocidad de un impulso eléctrico es de 362 kilómetros por hora. Parece imposible detener una idea. Sin embargo, los pensamientos son producto de conexiones entre los axones de las neuronas. Un estímulo puede provocar un nuevo pensamiento por asociación. Por lo tanto, para parar la creación de un pensamiento sobre mi descubrimiento a Dios tenía que detener las conexiones neuronales, enfriándolas o desviándolas. Cada quién tiene diversas formas, lo que a mi me funcionaba era cantar en voz alta y rememorar episodios impactantes en mi vida. Cuando mis alumnos me encontraban cantando a todo pulmón en medio de una clase no tardaron en empezar las especulaciones. Llevar mis rezos al plano subconsciente fue más fácil de lo que supuse. La fe no puede ser fingida, así que intenté tener fe y recé miles de horas. Llegué a un punto en que podía impartir una clase de programación dinámica avanzada mientras rezaba dos rosarios católicos y una mala india. Sólo cuando llegué a este punto avancé. Dios estaría recibiendo el mensaje de fe alojado en mi subconsciente mientras yo elaboraba el plan.

         Buscaba el momento preciso, repasé la historia. El periodo de posguerra de 1925 fue desconsolador y lo entendí como un momento de receso para Dios. Entre más actividades hicieran los humanos mayores serían las acciones de Dios para construir el mundo día con día. Me mudé a la patagonia chilena y me establecí en Punta Arenas. Era una población rural pequeña de apenas 40,000 habitantes y aunque se vivía bien no gozaba de los avances industriales mínimos de las grandes urbes. Era el lugar indicado para concluir el experimento. Únicamente esperaba un moviendo social violento que permitiera engañar a Dios más fácilmente. Entonces llegó el terror de la segunda guerra mundial; Dios debería estar muy ocupado y desconsolado por la desobediencia de sus hijos.

         Esperé un año más para ejecutar el experimento. Trabajé mucho en ser una persona lo más predecible. Durante ese tiempo no cambié de casa, de auto, de empleo, salía y regresaba a las mismas horas del trabajo y todo el tiempo lo dedicaba a rezar sin salir de las iglesias tratando de hacer invisible mis pensamientos a Dios. Si todos fuéramos predecibles y maniáticos del control, el trabajo de Dios sería aburrido, pero el ser humano es lo contrario: impredecible, por eso Dios tiene que estar leyendo los pensamientos constantemente para construir las situaciones que el mundo requiere. Y en la guerra hay muchos pensamientos.


V


Estoy rezando veinticuatro horas diarias y todo el día tengo el radio encendido. Son días difíciles para la humanidad. Estoy seguro que Dios no se preocupa por mí en lo más mínimo: soy altamente devoto y creyente, pero todo este tiempo he utilizado el doble pensamiento, sé que en el momento que lo deje Dios podrá leer mi mente y echar por tierra el experimento de toda mi vida. Estoy protegido; he alcanzado un punto en que puedo realizar todas mis actividades y estar rezando concentradamente. Hace dos semanas estuve a punto de ejecutar el plan cuando los Alemanes, en el ataque a Francia, se apoderaron del rió Mosa y los ingleses sufrieron la mayor pérdida aérea de la historia. Son malas noticias, son días negros, la gente del pueblo no ríe. Estoy esperado el momento preciso. Ayer el Comandante en jefe aliado, Gamelin, renunció y el general aleman Edwin Rommel llega al Canal de la Mancha y completa el cerco al bando aliando. Hoy es el día. Hay gran conmoción en el mundo: Dios debe estar sumamente ocupado. Además, sólo como precaución extra, es domingo. Dios descansa en el séptimo día. Hoy está descansando. Tomo el auto; son las seis de la tarde. Cómo cada domingo me dirijo a la iglesia de San Antonio a las afueras de la ciudad. Desde hace una semana estoy utilizando una meditación aún más profunda. No debo despertar la mínima sospecha. Tomo la calle El Pescador, a dos calles está la iglesia, la radio anuncia la intención de las tropas anglo-francesas de romper el cerco alemán, redoblo mis esfuerzos, se piensa que los militares aliados están siendo evacuando a gran escala por el Canal de la Mancha. Rezo con más devoción. ¡Es el momento! Cuando estoy a punto de detenerme en la iglesia presiono el acelerador al fondo. Las llantas chirrían. Mi fe es ciega y mis rezos concentrados, estoy seguro que Dios no me ha visto. Salgo del pueblo. La culminación del experimento es sencilla. Si Dios está recibiendo mis mensajes de fe y no ha interpretado mis pensamientos dobles y sabe que soy un tipo totalmente predecible, en momentos tan turbulentos como estos, con cualquier actividad diferente que haga se caerá el telón y podré descubrirlo: su creación hiperdinámica fracasará. Presiono mis rezos y en mi pie el acelerador. Dios no tiene preparado por mi nada de esto. Hasta este momento todo existe porque hay otras personas que lo necesitan en su propia existencia, pero al punto al que me dirijo no hay personas, casas, nada. Es un punto inhabitado, casi inaccesible. Pronto encontraré señales de in-construcción. Un lugar donde no esté la mano de Dios presente. Me alegro, comienza a aparecer una niebla que cada vez es más espesa. La velocidad disminuye. La niebla es tan espesa ahora que no puedo ver mis manos auque las tengo enfrente. El carro pierde potencia completamente. Me bajo, pero tengo la impresión que el auto ya no es corpóreo, parece que se ha desvanecido. Si mi teoría es correcta estoy entrando en la línea de lo real-inexistente. Enciendo un cerillo pero no emite luz, no hay combustión, dentro de poco no hay cerillo. Cada vez más, siento mi cuerpo volátil. Todo es blanco. No sé que pasará si continúo, si llego a cruzar la línea definitiva de la creación. Me parece que dejaré de existir, pero no quiero dejar de existir, únicamente quiero descubrirlo. Ya no me puede detener; la curiosidad crece. Sigo caminando o eso pienso porque ya no hay camino, ni cielo. Todo es blanco, huele a nardos. Pierdo la orientación: no sé si estoy parado o acostado. No siento mi cuerpo, no lo veo. De repente hay un gran sonido que me absorbe y me siento caer. Ya entré a la línea. Conforme voy cayendo siento un poder infinito, sin límites. Siento que mi mente tiene todas las respuestas. Sé que estoy en un lugar-tiempo de posibilidades ilimitadas. Deseo ver mis manos y estas aparecen de donde no existía nada. Deseo ver el resto de mi cuerpo. Mi pensamiento se agiganta y puedo pensar en mil cosas al mismo tiempo. Siento que todo puede suceder. Siento que puedo estar en todas partes. Tengo infinitos deseos de crear. Mis dedos vuelven a tener el cerillo, deseo que se encienda y aparece la flama. Deseo ver el futuro y veo paz y guerras, aviones mortales, bombas destructivas, veo el final del mundo, veo muchos finales, muchos mundos. Deseo ver el pasado y veo el mío, el de mis padres, el de esta galaxia, el de otras. Esto no esta considerado dentro de mi teoría; aparentemente la línea de la construcción se modela con el pensamiento que siempre obedece a Dios, pero ahora soy yo el que está aquí. Deseo una memoria sólo mía. Dentro de la memoria deseo un lenguaje propio que Dios no comprenda, deseo entender el universo. Entonces, poco a poco crece mi deseo de ver a Dios y en el acto presiento una fuerza mucho más poderosa. Es ahí cuando detengo finalmente el rezo. Deseo verlo de inmediato. Ya no tengo el control. La fuerza se acerca lenta, la tengo frente a mí. Es aterradora, infinita, quiero irme. Deseo no haberlo deseado. Mi cuerpo se desvanece junto con mi lucidez, muy rápido. Únicamente tengo un pensamiento y pienso que me río. Te encontré, me río. Lo pienso con todas mis fuerzas. Se aleja la niebla, dejo de caer, pierdo la ubicuidad. El mundo se reconstruye a mi lado. Te encontré. Pero la fuerza es cada vez más fuerte. A pesar que empiezo a ver colores, árboles, la vida, siento entrar en un sueño muy pesando. ¡Te encontré!: retumba la frase en mi mente. Siento un fuerte golpe en la cabeza


VI


Sigo vivo. Los doctores estuvieron a tiempo de restablecer mis signos vitales. Estuve atrapado en las raíces de un árbol en el caudal de un río por causa del accidente automovilístico que supuestamente sufrí. Estuve inconsciente tres días. Ya no estoy en la patagonia; estoy en un hospital siquiátrico en Santiago. Eso dicen ellos y mis registros médicos.

Dios no me pudo quitar mi memoria, pero nadie creerá lo que publique si alguna vez salgo de aquí. Soy un loco; me tienen aislado. Puedo estar loco. Puede ser que esté loco por no haber deseado ser Dios. Pero no lo estoy. Era teóricamente imposible. Dentro de la fuerza de Dios no podría haber deseado ser Dios a menos que esa fuerza de construcción divina perteneciera a una misma creación omnipoderosa de la cual Dios se alimentará. Él me ha bloqueado mis pensamientos, pero hay algo que no puede quitarme: mi lenguaje, el que cree para mí. El lenguaje maldito que no puede entender, porque lo construí yo.

         Puede ser que esté loco para muchos, puede ser que sea una burla para Dios, pero no es así para los habitantes de mis mundos quienes sí entienden mi lenguaje. sdlkfg sñdfgkj wñerj twoetgwjpi sfg s.dfsdf gjk(/&& Ijh oeurhhh 8yyT$ 4ghiwu h0/&%6we8ghwit. wertjm079yn7&RG&e768WE0TUW WYH967TB8/R&r5b8wxce9w28t 87gy9nG/G 7gdvnsdt4y73678vrjsvbnsogw 5tg07. 20/08/2007ty2ntvvyt rtgwiegj0w42 6t 7r w w08y30478y49yn4ct hetgn5t3yt48tyu 307t07:41 20/08/2007ty4 ughwewhowrhweruiy30tcwe tog w.


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