Esta era una vez una rana. Era brincadora, le gustaba brincar. La rana un día se enfermó y ya no pudo saltar. Nunca. Pasó el tiempo. Cuando moría en su cama, cerca del estanque ya vieja, se arrepintió de haber brincado tanto y de su gusto desenfrenado por aquella manía. Comenzó a gustarle estar lisiada, enferma y vieja. Murio feliz.
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